Solo en mi habitación, soñando conmigo mismo, recordaba lo afortunado que soy, al amar y ser amado de Jesús, tal es mi admiración por mi salvador que a veces imagino cosas con él mismo, en una ocasión imaginaba lo feliz que Jesús sería conmigo, yo soy una buena persona, por ser cristiano amo y respeto a mis hermanos en la fe, amo a mis hermanos en la carne, nunca intento molestarles imponiéndoles mi fe, amo a la gente de la calle, por que por ellos también murió Jesús, y me gustaría que todos ellos conociesen el amor de Jesús, ese amigo tan maravilloso que un día murió y resucitó; y no hay constancia que haya muerto por segunda vez, tener una relación personal con él es algo maravilloso, pensando en todo lo que Dios me ha dado mediante Jesús, en sentido figurado uní mi mejilla a la de Jesús, solo quería hacerle feliz por lo buen hijo de Dios que soy. Fue una experiencia extraordinaria sentir la mejilla de Cristo junto a la mía; tan suave, tan agradable, de repente vi o sentí “no lo se” una lágrima de Jesús recorriendo mi mejilla, haciéndome una profunda cicatriz, como si un chorro de agua corriese sobre fango tierno, me puse muy triste; vuelto en mí pregunté a Jesús con voz triste y lágrimas en mis ojos ¿Qué pasa mi Señor, no te gustó mi caricia? Pude sentir en mi corazón, y en mi pensamiento humano: “Si Safet me ha gustado mucho tus caricias” tu corazón tierno para conmigo, tu generosa amistad para con los demás, pero me acordaba de tus hermanos en la carne que no juntan su mejilla sobre la mía porque a ti no te gusta imponerles tu fe, o de esas miles de almas que vagan como ovejas sin pastor, sin esperanza que se perderán por la eternidad, porque tu respetas tanto su voluntad que no les hablas de mí, ¿Cómo serán salvos si nadie les habla de la salvación?¿ Como serán salvos si no creen? ¿Cómo creerán si no me conocen? ¿Cómo me conocerán si nadie les habla de mí? Mi amado Safet como no me va a gustar tus caricias si te llevo gravado en las palmas de mis manos.
Eres tan bueno y tierno que por no molestar a los demás; les dejarás llegar hasta el infierno, pero dales un mensaje al menos: ¡Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso! ¡Poned mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón! Así encontraréis descanso para vuestro espíritu, porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera. (Mateo 11: 28 al 30)
23 abr 2011
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