
El 21 amaneció lloviendo a media intensidad, pero yo estaba tranquilo porque: pararía seguro; tan convencido estaba que me puse las protecciones y guantes de piel, que no son amigos del agua, salí del hotel lloviendo y casi llegué a casa lloviendo, eso si más que mojado estaba empapado, cuando llegué me cambié de ropa y ese fue todo el problema, después reflexioné; ¿por qué nos sentimos frustrados cuando Dios no hace las cosas como las pedimos? Si él nos da más abundantemente de lo que pedimos o entendemos nos dice en Efesios 3:20, debemos confiar que él hará lo mejor para nosotros y además lo hará en todo momento, un milagro no tiene porque ser algo espectacular, muchas veces asta pasa inadvertido por su sencillez, un milagro es la solución a nuestro problema, lo que para mí es obvio es: que no podemos decir a Dios como y cuando ha de hacer las cosas, quisiera contarte una anécdota que viví en propias carnes a este respecto; me dejé las gafas en el trabajo y en mi devocional pedí a Dios una palabra cortita para leer, me dio el Salmo 119 entero, 176 versículos que leí llorándome los ojos como si estuviese pelando cebollas.
No te sientas defraudado cuando tu oración no sea contestada, piensa que tal vez ya fue contestada, pero puede que estés tan obsesionad@ con lo que quieres, que no veas lo que te está dando Dios.
Si Dios hubiese secado la lluvia, hubiese crecido mi ego contándolo a todos como maravilla de Dios, no paró la lluvia, tampoco me resfrié (este tal vez fue el milagro) no resbaló la moto, que es el miedo que tenemos los motoristas al no calentarse los neumáticos (quizás fue este otro milagro) Dios no paró la lluvia como yo había pedido, pero tampoco hizo falta.
Encomienda a YAHVEH tu camino, y confía en él; y él hará. Salmo 37:5
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