
Desde muy joven coleccionaba antigüedades entre otras cosas, no obras de arte, sino utensilios que se habían utilizado en el pasado, cuando conocí a Dios en mayo del 1991, quemé las estampas de santos y vírgenes, rompí los crucifijos antiguos y todo lo que impedía mi relación con Dios, pero seguí con mis tres colecciones, antigüedades, monedas y billetes, y azucarillos de todo el mundo, tenía y tengo un cántaro pequeño antiguo muy gracioso, en una ocasión estaba orando y Dios me dijo: entra en tu habitación con el cántaro que te daré palabra, hice como Dios me mandó. Una vez en mi habitación orando, Dios me dijo:
pon el cántaro sobre el colchón y golpea con el puño cerrado, con todas tus fuerzas, pensé ¡me quedé sin cántaro¡ pero el cántaro reboto por lo blando del colchón y no se rompió, yo era el hombre más feliz del mundo,
Dios no había permitido que mí cántaro se rompiese, vino Palabra de Dios y me dijo:
así golpeo a mis hijos, con todo el dolor de mi corazón, pero amortiguan el golpe y siguen sus propios caminos.
Me dijo Dios;
sal fuera coge un martillo, y ven nuevamente, hice como Dios me mandó y muy preocupado entré en la habitación, Dios me dijo:
golpea el cántaro con el martillo, supongo que podréis entender que perdí toda esperanza de conservar integro mi cántaro,
agarré por el asa el cántaro y golpee con fuerza, el cántaro yacía en pedazos por el suelo, menos el asa que estaba en mi mano, Dios me dijo:
con ese dolor que tu sientes en tu corazón y aun mayor Yo golpearé a mis hijos para quebrantarlos, y vuelvan a Mí. Yo restauré en lo posible el cántaro, pegué el asa, lo tengo en una estantería, pero
las cicatrices se le conocen y asta tiene un agujero, amigo, hermano mío;
no seas rebelde a Dios, él te ama demasiado, pero para que no te pierdas, te golpeará fuerte,
tu le romperás el corazón y él te hará cicatrices, el problema de las cicatrices es que cuando están frescas duelen demasiado.
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